Una botella de gaseosa de 600 mililitros aporta en promedio 65 gramos de azúcar. Una cantidad que equivale al consumo de 13 cucharaditas de azúcar. Esto significa que un refresco supera el límite diario permitido de glucosa que una persona puede consumir, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aconseja consumir hasta 10 cucharaditas por día.
El dato surge a partir de un relevamiento en supermercados que llevó adelante la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) en la Argentina. Con el consentimiento de grandes supermercados, se realizó un relevamiento de las bebidas que estaban a la venta el año pasado. De 287 bebidas, se determinó que 184 contenían azúcar agregada al analizar el rotulado. En ese grupo, se identificó qué cantidad de azúcar contenía cada tipo de bebida.
Según informó a Clarín, Lorena Allemandi, directora del área de políticas de alimentación saludable de la Fundación, las gaseosas regulares de primeras marcas, contienen en promedio 21,9 gramos de azúcar agregada por cada vaso (200 mililitros). Son las que más azúcar contienen.
Además, se identificó que las bebidas a base de hierbas contienen 16 gramos de azúcar por vaso; las bebidas a base de soja, 14,9 gramos; y las bebidas deportivas, 12 gramos. Con respecto a los jugos, se identificó que los líquidos tienen 17, 3 gramos de azúcar (aunque no está aclarado en el rotulado cuánto corresponde al azúcar natural de la fruta y cuánto al agregado), y los jugos que vienen en polvo contienen 3,7 gramos de azúcar. Las aguas saborizadas incluyen 9,6 gramos de azúcar en promedio.
“Hicimos el relevamiento del azúcar agregado en bebidas, en el marco de un estudio colaborativo e internacional, para monitorear el contenido nutricional de los alimentos industrializados y para hacer comparaciones con otros países y en diferentes momentos”, explicó Allemandi. “Nos preocupa que en la Argentina el sobrepeso y la obesidad fueron aumentando, y entre los factores que causan ese incremento están relacionados con el consumo de alimentos no saludables, con bajo contenido nutricional, como las bebidas azucaradas”.
El 3 de octubre de 2013, la Organización Panamericana de la Salud aprobó un plan para combatir la obesidad en la niñez y la adolescencia (obesidad infantil). Entre los fundamentos, el plan señaló el alto consumo de azúcares agregados como parte del problema de la obesidad y explicitó los riesgos que implican para la salud. “El efecto de los azúcares agregados en la salud ha sido objeto de intenso escrutinio científico en los últimos años. Los metanálisis de los estudios longitudinales y los ensayos controlados aleatorizados, han mostrado una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de azúcares agregados y el aumento de peso. Además, la ingesta de bebidas azucaradas se ha asociado con las enfermedades cardiovasculares, la Diabetes Tipo 2 y el síndrome metabólico. Los mecanismos fisiológicos incluyen, entre otros, la hiperinsulinemia o hiperinsulinismo, la resistencia a la insulina, la arterioesclerosis y la hipertensión”.
A partir de los resultados del relevamiento, Adolfo Rubinstein, director del Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular del Cono Sur y del IECS, opinó al ser consultado por Clarín: “Las bebidas azucaradas están en ojo de la tormenta, como ocurrió durante los últimos años con el tabaco”. Y además agregó: “El problema es que el consumo de las bebidas azucaradas (refrescos, gaseosas, sodas) es -en parte- responsable de la epidemia de obesidad. Se necesitan políticas públicas que regulen el contenido de azúcar agregada en los productos, que pongan impuestos, como se decidió en México, y que se promueva el consumo de agua segura”. En tanto, Beatriz Ravanelli, de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas, destacó que “hay una distorsión en la percepción ya que muchos consumen las bebidas sin tener en cuenta que tienen calorías ocultas y no generan saciedad”. El médico especialista en nutrición de la UBA, Silvio Schraier, agregó que “la gente sólo piensa en azúcar agregado en las infusiones, postres y pastelería. Pero hay un sobreconsumo de azúcar oculta con las bebidas”.
Fuente: Diario El Clarin, Argentina