Un factor clave que debemos tener muy en cuenta cuando hablamos de sobrepeso y obesidad en niños y jóvenes, lo constituye el grupo familiar, especialmente el papel que juegan los padres en este sentido. Los padres deben ser el principal elemento, no solamente de estímulo para adquirir un estilo de vida más saludable sino también como ejemplo a seguir para sus hijos.
Es difícil imaginar a unos niños con un estilo de vida saludable, si sus padres consumen comidas con alto contenido de grasas y carbohidratos y tienen una vida sedentaria. En cambio, unos padres que están siempre atentos a ingerir comidas sanas e invitan a sus hijos a caminar, montar bicicleta o simplemente a realizar gimnasia o cualquier otra actividad física dentro de la casa, estarán fomentando en ellos la importancia de tener un estilo de vida más saludable.
Si van a comer fuera de casa, asegúrese de evitar en todo momento los establecimientos de comida rápida, cuyos menús están repletos de comidas con alto contenido de grasas hidrogenadas o trans e ingredientes procesados de dudosa procedencia, siendo éstos algunos de los principales responsables de la actual epidemia de sobrepeso, obesidad y Diabetes Tipo 2 infantil que azota a la humanidad.
Los padres que están pendientes de mantener el buen balance que debe existir entre las calorías que consumimos y la energía que gastamos y por ende cuidan su peso corporal, serán un valioso incentivo y un buen ejemplo a seguir para sus hijos.
Recordemos que el Sobrepeso y la Obesidad en niños, cuya incidencia está creciendo a pasos agigantados, son los principales responsables de la epidemia de Diabetes Tipo 2 en niños y jóvenes. El exceso de células de grasa (adipocitos) en el tejido adiposo, especialmente en la cintura, tiende a producir Resistencia a la Insulina entre otros serios problemas de salud. La resistencia a la insulina, es una condición que indica algún grado de pérdida de sensibilidad de las células a las señales de la insulina, dificultando que ésta pueda entrar en las células y sea utilizada como combustible. Esto a su vez hace, que los niveles de glucosa en la sangre (glicemia), se vayan elevando cada vez más a medida que las células se hacen más resistentes a la insulina o más intolerantes a la glucosa. Si no tomamos las medidas necesarias a tiempo, la situación empeorará y los niveles de glucosa alcanzarán un valor donde ya se considerará que el niño o joven tiene Diabetes Tipo 2.
Aunado a lo anterior, el exceso de adipocitos (células de grasa) pueden ir dañando el buen funcionamiento del tejido endotelial, que es la capa que recubre internamente todas las arterias en el organismo; este daño al endotelio comienza con la disminución de la cantidad de óxido nítrico que el endotelio debe segregar, para que las arterias se mantengan flexibles, lisas y tonificadas, de lo contrario, se irán tornando cada vez más rígidas, duras y pegajosas, lo que a su vez facilitará que las moléculas de colesterol malo (LDL) se adhieran y poco a poco provoquen la formación de placas de ateroma, las cuales caracterizan a una seria condición llamada Ateroesclerosis, que puede ocasionar muchos daños cardiovasculares.
La buena noticia es que nada de esto tiene porqué suceder, si los padres trabajan conjuntamente, en hacer los cambios necesarios en el estilo de vida de sus hijos, promoviendo una alimentación saludable, incrementando la actividad física o ejercicios que realizan y fomentando la importancia de mantener un peso ideal en todo momento, a través, no sólo de sus enseñanzas, sino también motivando a sus hijos a seguir su ejemplo. De esa manera, tanto los niños como los padres, podrán prevenir todos los problemas de salud que ocasionan el Sobrepeso y la Obesidad.