Los ácidos grasos que contienen Omega 3 presentes en los pescados, han demostrado en muchos estudios científicos, que ayudan a reducir los niveles de triglicéridos y colesterol LDL o colesterol malo, y a aumentar los niveles de colesterol HDL o colesterol bueno, contribuyendo de esta manera, a prevenir la formación de ateromas o placas en nuestras arterias, disminuyendo de esta forma los riesgos de desarrollar, ateroesclerosis, infartos al corazón y accidentes cerebro vasculares (ACV).
Según su contenido en ácidos grasos poliinsaturados los pescados se clasifican en:
Pescados Azules o Grasos
Son aquellos cuyo contenido en grasa puede alcanzar hasta el 10%. Los pescados azules acumulan un alto porcentaje de grasa como fuente de energía, ya que deben desplazarse a grandes distancias. El contenido de grasa dependerá del tipo de pescado azul, por ejemplo, la sardina alcanza según la temporada entre un 8% a un 10%. Esta grasa se almacena debajo de la piel y en la carne oscura del pescado y es rica en ácidos grasos. La sardina, el boquerón, la caballa, la palometa, el chicharro, el atún, el bonito del norte, el salmón, la anguila y el pez espada, son algunos de los pescados que pertenecen a este grupo.
Pescados Semigrasos
Contienen un nivel de grasa superior a 2,5 % sin sobrepasar el 6%. Algunos pescados semigrasos son el besugo, el salmonete, la dorada y la lubina.
Pescados Blancos o Magros
Su contenido en grasa no sobrepasa el 2,5 %. Aquí también la cantidad de lípidos varía mucho de una especie a otra. El menor índice lo tiene el bacalao con solo un 0,2% ácidos grasos. Estos pescados viven en zonas profundas y al no realizar grandes desplazamientos no necesitan acumular grasa. Esta se acumula en el hígado de este tipo de pescado. Por eso, nuestros padres siempre nos recomendaron tomar aceite de hígado de bacalao. La merluza, el rape, el lenguado, el gallo y el bacalao, son algunos de los pescados blancos.
Los pescados han demostrado ser una excelente fuente nutricional, aportando beneficios no solamente como protectores cardiovasculares, por ser ricos en ácidos grasos omega 3, sino también, por su alto contenido de vitaminas y minerales esenciales y proteínas de alto contenido biológico, que ayudan a la función neuronal (en el cerebro) especialmente en la etapa del crecimiento, e incluso en personas que ya presentan problemas de este tipo como los pacientes con Alzheimer.
Por eso, la recomendación es incluir a los pescados en nuestra alimentación, preferiblemente aquellos con mayor porcentaje en ácidos grasos omega 3, ya que además de ofrecernos todos los beneficios neuronales (al cerebro) también es un excelente protector cardiovascular.