Hoy en día, hay un interés creciente por la relación entre los estilos de vida y la prevención y desarrollo de enfermedades crónicas; esto, debido a las actuales tendencias en la salud mundial, que nos muestran un panorama en el que la discapacidad, morbilidad y mortalidad se explican principalmente por enfermedades crónicas no transmisibles, relacionadas con la dieta y la falta de actividad física entre otros factores.
Esta situación afecta, tanto a países desarrollados como a subdesarrollados, además, estas enfermedades que eran consideradas hasta hace poco propias de la vida adulta, empiezan a afectar a la población joven e infantil. Información de encuestas en diferentes partes del mundo, indican un preocupante incremento en la obesidad y sobrepeso en la población joven y adolescentes, así como en la prevalencia de Hiperlipidemias, Diabetes Mellitus Tipo 2 e Hipertensión Arterial.
Además, el estado de salud de los adolescentes es considerado clave para el progreso social, económico y político de los países.
Es importante recordar que un niño con sobrepeso u obesidad tiene mayor riesgo de mantenerse así en su vida adulta; y no olvidemos que estos elementos predisponen al desarrollo de varias enfermedades, entre ellas la Diabetes Tipo 2.
Los niños en edad escolar crecen y cambian su composición corporal, lo que modifica su silueta y necesidades nutrimentales; inculcar prácticas sanas a este grupo de edad es fundamental, ya que la actividad física y el rendimiento escolar van de la mano con la salud.
Es evidente que la niñez hoy, como la de la mayoría de los países del primer mundo, recibe una gran carga de información y de estímulos de la mercadotecnia y los medios publicitarios, que penetran y moldean hábilmente la psicología de los niños, influyendo en ellos. Esto, junto con la evidente debilitación que sufren los valores culturales y tradicionales en algunos países en vías de desarrollo, resulta en la sustitución de las buenas sopas caseras, guisos, horneados, agua fresca de frutos de estación, por productos industrializados, sin identidad propia, en los que se ha sustituido el “gusto” o “buen sazón” de la comida por el atractivo empaque, el juguete o la tarjeta coleccionable que se regala.